Petreo discurso ante la ONU

 

Quiero participar REGISTRATE


Gustavo Petro ante la ONU (23 Sept. 2025): ideas-fuerza y lectura política progresista exhaustiva



En la 80.ª Asamblea General de la ONU, el presidente Gustavo Petro pronunció un discurso de alto voltaje político y moral que combina denuncias, propuestas de acción y una reubicación deliberada de Colombia en torno a causas globales (Gaza, cambio climático, extractivismo y política antidrogas). Lo que sigue es un artículo largo y analítico: primero las frases-fuerza y los pasajes clave, y luego un análisis progresista —estratégico, normativo y prospectivo— que profundiza en el valor político y geopolítico del discurso.


Frases-fuerza y apartes verificables

  1. “La diplomacia ya acabó su papel en el caso de Gaza.” — Petro, y acto seguido propuso medidas de facto para detener lo que denominó un “genocidio” en Gaza y la conformación de una fuerza para proteger a la población palestina.

  2. “Trump es cómplice de genocidio.” — alegación directa incluida en su intervención, parte de su fuerte confrontación retórica con la administración de EE. UU. y su política exterior reciente.

  3. Propuesta de crear “un ejército/fuerza” capaz de proteger a la población palestina — “no son cascos azules, es un ejército poderoso de los países que no aceptan el genocidio.”

  4. Denuncia sobre las acciones en el Caribe: solicitó investigación penal por ataques a lanchas en el Caribe atribuidos a EE. UU. y advirtió que se está “criminalizando la pobreza”.

  5. Crítica al enfoque militarizado contra las drogas y al extractivismo: insistió en que la guerra contra las drogas es “irracional” y que el modelo extractivista y la deuda ecológica del Norte necesitan reparación y responsabilidad internacional.

  6. Confrontación simbólica y diplomática con Washington: su lenguaje (tildar la administración de “tiranía”, crítica abierta) produjo reacciones a favor y en contra, visibles, incluida la salida parcial de la delegación estadounidense del recinto.


Lectura progresista: por qué este discurso importa (valor político y estratégico)

1) Reubicar la política exterior desde la ética de la supervivencia humana

Petro articula un relato que prioriza la protección de vidas civiles sobre la absoluta inviolabilidad del status quo diplomático. Al declarar que “la diplomacia ya acabó su papel” en Gaza y proponer medidas más enérgicas, el discurso desplaza el eje de la política exterior desde el manejo protocolario hacia una ética de intervención basada en prevención del sufrimiento masivo. Esto resuena con corrientes progresistas que consideran que la comunidad internacional no puede permanecer paralizada ante crímenes a gran escala. La apuesta es normativa: la soberanía estatal no puede ser escudo para violaciones sistemáticas de derechos humanos.

Implicación práctica: abre la puerta a coaliciones internacionales no convencionales (países del Sur, movimientos sociales transnacionales, ONGs) que ejerzan presión por mecanismos de protección rápida —desde embarques humanitarios hasta misiones con mandatos específicos—, aunque esto choque con la ortodoxia del multilateralismo tradicional.


2) Estrategia discursiva contra el doble rasero: narrativa de deuda, crimen y justicia

El hilo que conecta la denuncia del “genocidio” en Gaza con la crítica al extractivismo y la “deuda ecológica” del Norte construye una narrativa coherente: hay violencia estructural (económica, ecológica, militar) que reproduce desigualdad y muerte. Para una izquierda progresista, esta concatenación convierte reclamos dispersos en una agenda moral internacional: justicia climática, justicia ambiental y justicia humanitaria son caras de la misma demanda por la redistribución del poder global.

Implicación práctica: la diplomacia colombiana bajo este enfoque puede priorizar alianzas con Estados y movimientos que apoyen reparaciones, regulaciones ambientales vinculantes y mecanismos de control de daños humanitarios, poniendo a Colombia como puente entre el Sur político y foros multilaterales.


3) Un giro táctico en la política antidrogas: desmilitarizar para humanizar

Al denunciar ataques en lanchas caribeñas y la criminalización de la pobreza, Petro transforma episodios concretos en un argumento mayor contra las respuestas militarizadas al narcotráfico. Eso es coherente con una postura progresista que demanda políticas centradas en salud pública, desarrollo rural y sustitución económica, no en la represión. La acusación pública contra la administración estadounidense por su intervención —y la petición de investigación penal— busca poner sobre la mesa rendición de cuentas y cambiar el marco de la legitimidad internacional para actuar en territorios periféricos.

Implicación práctica: impulsar foros multilaterales sobre políticas alternativas a la guerra contra las drogas; usar el relato para conseguir apoyo para programas de desarrollo sustitutorio con financiamiento internacional condicionado a estándares de derechos humanos.


4) Confrontación con Estados Unidos: costos y ganancias estratégicas

La retórica contra la administración Trump (denominada “tiranía”, acusaciones de complicidad) es deliberadamente confrontativa. Para una visión progresista, este choque no es solo simbólico: obliga a repensar la dependencia histórica frente a Washington y a explorar autonomía diplomática. Sin embargo, la confrontación tiene costos —posibles sanciones, descertificaciones, tensiones comerciales o de seguridad— que el gobierno debe gestionar con estrategia.

Riesgo/beneficio: a corto plazo, la visibilidad internacional y el liderazgo moral fortalecen la base propia y alianzas con otros gobiernos del Sur; a mediano plazo, hay que construir alternativas de cooperación (por ejemplo con la UE, China o redes de países no alineados) para mitigar represalias. La audacia retórica necesita un correlato técnico (negociadores, cartera económica, redes diplomáticas) que traduzca símbolos en salvaguardas materiales.


5) Revalorización del Sur global como actor político

Petro hace un llamado a que el Sur se articule frente a lo que percibe como hegemonías que vulneran derechos. Es una invitación a recomponer bloques políticos fuera de fórmulas del pasado: no se trata solo de sustituir ejes, sino de consolidar capacidad de agenda (temas climáticos, reparaciones, derechos humanos) con instrumentos —desde votaciones en la ONU hasta tribunales y alianzas diplomáticas— capaces de presionar reformas.

Efecto esperado: si se capitaliza, Colombia puede ocupar un puesto protagónico en iniciativas sudamericanas/latinoamericanas que reclamen reformas institucionales en la ONU y protocolos de respuesta humanitaria más contundentes. Esto reconfigura su perfil diplomático hacia el liderazgo normativo.


Riesgos políticos y consideraciones tácticas para una izquierda progresista

  1. Escalada diplomática sin red de seguridad: acusaciones graves contra potencias requieren respaldos concretos (alianzas, evidencia, estrategia económica) para evitar aislamiento. La retórica anti-EE. UU. debe ir acompañada de planes de diversificación de socios y protección de intereses nacionales.

  2. Legitimidad de propuestas de fuerza armada internacional: proponer una fuerza no-ONU (o una variante) para intervenir con mandato en Gaza choca con el derecho internacional y la política de Estados que temen precedentes. Una izquierda progresista debería convertir la idea en alternativas viables: misiones humanitarias reforzadas, corredores de protección civil, aumento de mandatos de protección de civiles dentro de marcos existentes y apelaciones a cortes internacionales.

  3. Narrativa vs. evidencia: al pedir investigaciones penales por ataques en el Caribe, el gobierno necesita evidencias sólidas y mecanismos jurídicos internacionales para que la acusación prospere. Montar una ruta probatoria (peritajes, colaboración forense internacional) es prioridad.

  4. Movilización doméstica y legitimidad interna: el discurso refuerza la base progresista pero puede polarizar domesticamente. Para traducir la energía internacional en apoyo nacional, hay que conectar las demandas globales con políticas internas palpables —empleo verde, proyectos de sustitución de cultivos, programas sociales— que muestren coherencia entre palabra y obra.


Recomendaciones tácticas concretas (cómo convertir el discurso en poder transformador)

  1. Crear un “Informe Forense Internacional” sobre los ataques en el Caribe: convocar expertos independientes (forenses, náuticos, juristas) y publicar resultados con transparencia. Esto aumentaría la credibilidad de la petición de investigación penal.

  2. Iniciar una coalición diplomática del Sur para proponer reformas concretas a la ONU (mecanismos de protección civil con mandatos más ágiles; protocolos para declarar “zona de protección humanitaria” y corredores seguros con participación de países no beligerantes).

  3. Convertir la propuesta de “ejército de salvación” en una hoja de ruta normativa: es decir, pasar de la metáfora a políticas operativas —coordinación de flotas humanitarias, base legal para corredores, acuerdos de no intervención armada ofensiva— para seducir a gobiernos reticentes.

  4. Desarrollar una narrativa pública internacional que conecte la crítica al extractivismo con demandas de financiamiento climático y compensaciones (deuda ecológica), articulando propuestas concretas de incentivos a la descarbonización y programas de transición justa.

  5. Blindaje económico y diversificación de socios para mitigar posibles represalias: acelerar acuerdos comerciales y financieros alternativos, y fortalecer las reservas de negociación frente a sanciones.


Conclusión — Valor progresista del discurso

El discurso de Petro en la ONU (23-24 de septiembre de 2025) no es solo una alocución de protesta: es un intento deliberado de reconfigurar el lenguaje moral y las prioridades del sistema internacional desde una perspectiva del Sur. Sus ideas-fuerza —denuncia del genocidio en Gaza, llamado a formas nuevas de protección humanitaria, crítica a la militarización antidrogas, reivindicación de la deuda ecológica— buscan convertir indignación en agenda.

Para la izquierda progresista, el valor de este discurso está en su capacidad de: (a) galvanizar alianzas internacionales por justicia humanitaria y climática; (b) transformar episodios concretos de violencia en demandas de rendición de cuentas transnacionales; y (c) forjar una narrativa integradora que conecte la política internacional con cambios estructurales domésticos.

Pero el potencial transformador exige una traducción práctica: estrategia jurídica, diplomática y económica que sostenga la retórica y reduzca vulnerabilidades. Sin esas herramientas, las declaraciones —por valientes que sean— corren el riesgo de quedar como gestos simbólicos que profundicen polarizaciones sin producir reformas duraderas.

OTROS ASPECTOS A CONSIDERAR

1. Integración latinoamericana explícita

  • Integración latinoamericana explícita: El discurso toca la agenda global, pero no articula con fuerza una invitación a una plataforma latinoamericana unificada. Podría haber mencionado CELAC, UNASUR o incluso el Grupo de Puebla como vehículos de coordinación.

  • Agenda económica alternativa: La crítica al extractivismo y a la deuda ecológica necesita complementarse con propuestas claras de transición productiva regional: energías renovables, industrialización verde, soberanía alimentaria.

  • Reforma financiera internacional: Aunque se menciona la deuda ecológica, faltó conectar con la necesidad de una arquitectura financiera distinta (Bancos del Sur, monedas regionales, canje de deuda por acción climática).

  • Mención a los pueblos originarios y afrodescendientes: Su voz como sujetos políticos de la crisis climática y el extractivismo refuerza la narrativa progresista regional.

  • Geopolítica multipolar: Si bien confronta a EE. UU., faltó nombrar más directamente a otros polos (China, Rusia, India, África) y su potencial papel en un reacomodo del poder global.


2. Cómo busca cambiar la correlación de fuerzas internacionales

  • Deslegitimación del “liderazgo moral” de EE. UU. y Occidente: Al acusar de genocidio y tiranía, Petro socava la autoridad de Washington en foros multilaterales. Esto abre espacio a liderazgos alternativos en el Sur global.

  • Narrativa de justicia integral (clima–drogas–pobreza–genocidio): Su estrategia no es un reclamo puntual, sino un marco ético que pone a los países del Norte a la defensiva. Esto puede catalizar alianzas no tradicionales entre Estados y movimientos sociales.

  • Propuesta de mecanismos paralelos a la ONU: La idea de una fuerza internacional no bajo cascos azules cuestiona directamente el monopolio del Consejo de Seguridad y propone vías laterales de acción.

  • Colombia como bisagra Sur–Norte: Busca pasar de receptor de lineamientos de EE. UU. a portavoz del Sur en Nueva York. Esto reposiciona a Colombia en el mapa diplomático mundial.


3. Una convocatoria de unidad latinoamericana

Aunque no lo dijo de manera frontal, entre líneas:

  • Gaza y clima como causas comunes: Son banderas universales que permiten a gobiernos progresistas de la región encontrar un punto de unidad más allá de diferencias locales.

  • Rechazo al extractivismo: Una invitación implícita a que América Latina discuta un modelo de desarrollo distinto al que impone el mercado global de commodities.

  • Soberanía frente a EE. UU.: Al asumir un costo político con Washington, Petro alienta a la región a actuar como bloque frente a presiones de sanciones o descertificaciones.

  • Internacionalismo progresista: No es solo “Colombia en la ONU”, sino un guiño a que la región se asuma como sujeto político frente al Norte.


4. Directrices enviadas a las fuerzas progresistas

  • En Colombia:

    • Respaldar la transición hacia políticas antidrogas no militarizadas.

    • Empujar la agenda ambiental como eje de justicia social.

    • Prepararse para tensiones con EE. UU. y la derecha local, blindando con base social y alianzas internacionales.

  • En América Latina:

    • Impulsar la integración regional no solo económica, sino ética y política (defensa de la vida, del clima, de los pueblos).

    • Convertir las consignas en proyectos legislativos, presupuestales y de movilización social que aterricen la retórica en políticas públicas.

    • Reconstruir organismos regionales como CELAC o UNASUR con una agenda climática, de derechos humanos y de seguridad no militarista.

  • En el mundo:

    • Movimientos sociales, ONGs y fuerzas políticas progresistas reciben el mensaje de que deben coordinarse transnacionalmente: Gaza, cambio climático, deuda ecológica y drogas no son causas aisladas, sino parte de una misma lucha global.


✅ En suma: el discurso no es solo una denuncia moral, sino una operación política de reconfiguración del tablero. Intenta mover a Colombia de la periferia obediente al centro del Sur global, y al mismo tiempo deja un llamado claro a que las fuerzas progresistas, dentro y fuera de América Latina, asuman una agenda común de justicia, soberanía y vida digna.

Quiero participar REGISTRATE

No hay comentarios:

Publicar un comentario