Hipótesis provocadora y polemista CH entre dos fuegos?

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Hipótesis provocadora y polemista, sobre el Proyecto Petro, la Sucesión y el Futuro de la Unidad Popular en Colombia

Fecha y hora de Colombia: 18 de septiembre de 2025




I. Una provocación para el debate

¿Es posible que en Colombia se esté repitiendo, con otros ropajes, la vieja historia de la izquierda y la derecha que terminan necesitándose mutuamente mientras dejan por fuera al pueblo, a la base popular, al constituyente primario y mayoritario? Gustavo Petro lo dijo en su momento: la derecha y la izquierda se necesitan, se complementan. Lo que no dijo explícitamente es que en esa transacción la gran mayoría social, esa que habita en los barrios, en las veredas, en las organizaciones sindicales y comunitarias, queda suplantada por cúpulas que negocian la democracia representativa, repartiendo el poder como un botín.

El riesgo que tenemos enfrente no es menor: estamos frente a la posibilidad de que el proyecto histórico abierto en 2022 termine reducido a una administración más, capturada por la lógica institucional y electoral, mientras el pueblo sigue siendo espectador. El Pacto Histórico, que nació como expresión amplia de confluencia de sectores progresistas y alternativos, corre el peligro de convertirse en una maquinaria más, reeditando la cooptación de bases sociales que en el pasado ya destruyó experiencias como la Unión Patriótica o el mismo Polo Democrático.

Hoy se anuncia una disputa estratégica: quién será el candidato o candidata que garantice la continuidad del proyecto Petro-progresista?. Pero debajo de esa pregunta hay otra más profunda: ¿continuidad de qué? ¿Del programa de transformaciones sociales, económicas y políticas? ¿O de un acuerdo entre élites recicladas para seguir gobernando en nombre del pueblo, pero sin el pueblo?

Los escenarios son múltiples, pero la hipótesis que aquí se plantea es provocadora y realista: la derecha y parte de la izquierda institucional podrían estar ya maniobrando para aislar, debilitar o domesticar a los candidatos petristas reales, colocando en la agenda figuras de consenso controlable. Entre tanto, los partidos que integran el Pacto Histórico —con historias propias de fracturas, ambiciones y cooptaciones— atraviesan una encrucijada que puede decidir si el proyecto popular avanza o se desmorona.

La derecha colombiana nunca ha renunciado a su estrategia histórica: infiltrar, dividir y destruir los movimientos populares desde adentro. Así lo hizo contra la Unión Patriótica en los 80s, no solo con el genocidio político, sino con la compra de líderes locales, la persecución selectiva y la creación de disidencias internas. Lo repitió contra Marcha Patriótica en los 2010, con capturas judiciales y acusaciones de vínculos con la guerrilla. Y ahora, contra Colombia Humana, lo hace a través de campañas de desprestigio en redes, corrientes oportunistas y el estímulo de liderazgos que terminan rompiendo con la línea de Petro.

Pero lo verdaderamente explosivo es que no solo la derecha juega en este tablero. Sectores de la izquierda tradicional también han desplegado tácticas similares. El Partido Comunista, con su influencia histórica en sindicatos y gremios, y el Polo Democrático, debilitado tras años de divisiones, vieron en el Pacto Histórico un salvavidas. Al entrar, se montaron sobre la ola electoral de Petro sin construir organicidad real con Colombia Humana. En muchos territorios, usaron avales del Pacto para absorber liderazgos locales, dejando a Colombia Humana como un cascarón.

El fenómeno no es nuevo. En elecciones pasadas, partidos como el Polo, el Verde o la Alianza Social Independiente (ASI) otorgaron avales a militantes petristas que, de manera oportunista, se quedaron dentro de esas colectividades, debilitando la posibilidad de consolidar a Colombia Humana como partido propio. Hoy, la dinámica parece repetirse: líderes y candidatos que se presentan como progresistas, pero desconocen la militancia orgánica de Colombia Humana y buscan fortalecer su propio partido o su propia corriente interna.

Dentro del Pacto Histórico como en CH las directivas parlamentarias egocéntricas han tenido un papel corrosivo. Lejos de construir cohesión, han privilegiado disputas por protagonismo mediático, manejo de cuotas y control de la agenda legislativa. Colombia Humana no logró posicionar estructuras fuertes dentro del Congreso, y el resultado es que sus votos terminaron sirviendo para consolidar a figuras de otros partidos.

Mientras tanto, en redes sociales se detecta una tendencia peligrosa: campañas organizadas para incentivar a la militancia de Colombia Humana a “dar el salto” hacia otros partidos del Pacto. Mensajes que ofrecen avales, oportunidades de visibilidad, e incluso cargos, a cambio de abandonar la identidad petrista. En otras palabras, un vaciamiento planificado del partido de Petro.

La hipótesis más dura y provocadora es que existe una connivencia tácita entre sectores de derecha y de izquierda tradicional: unos y otros saben que un Petro fuerte, con partido propio y bases organizadas, es imbatible. Por eso, el interés común sería destruir Colombia Humana como sujeto político independiente. La derecha para debilitarlo electoralmente, y la izquierda tradicional para absorber su caudal sin permitir que se consolide un liderazgo que los desplace. Y el CNE ayuda a esto y porque?

En este contexto, el riesgo mayor es que, al final, lo que quede del Pacto Histórico sea un acuerdo de cúpulas que decida un candidato sin consulta, cerrando la puerta a la base popular. Ese candidato, todo indica, podría ser Iván Cepeda, si esto es cierto en los próximos días habría renuncias a candidaturas..


II. Informe Histórico: Antecedentes y experiencias comparadas

1. Antecedentes en Colombia

cómo se vacían los partidos

En Colombia

  1. El Polo Democrático Alternativo

    • Surgió como coalición amplia de izquierda y sectores sociales.

    • Fue debilitado por infiltración de intereses internos y oportunismos externos.

    • La ruptura con Petro en 2010–2011 dejó al Polo como una sombra de lo que fue.

    • El Polo Democrático y la tragedia de la división

      El Polo nació como la gran esperanza de unidad de la izquierda, pero las divisiones internas, las ambiciones personales y la incapacidad de construir un proyecto popular de largo plazo lo convirtieron en un partido en crisis. Muchos de sus liderazgos migraron a Colombia Humana o al Pacto, dejando una marca: la falta de unidad real es el mayor riesgo de cualquier proyecto progresista. La indefinición de la ruptura con la lucha armada y el señalamiento de corrupcion a Ivan Moreno lograron la salida del progresismo.

  2. La Alianza Verde

    • Heredera del “Partido Verde Opción Centro”.

    • Perdió identidad progresista tras las divisiones en 2018–2019, cuando sus cuadros se disputaron alianzas entre derecha y centroizquierda. 

    • El Partido Verde y la ilusión de la alternancia

      El Partido Verde, nacido como una fuerza que prometía ética y renovación, terminó diluyéndose en acuerdos con la derecha y el centro, dejando como saldo un movimiento cooptado y fragmentado. La historia del “verde” es un antecedente fundamental: la fuerza electoral inicial fue secuestrada por liderazgos personalistas y pactos de gobernabilidad que desmovilizaron a sus bases.

  3. ASI y MAIS

    • Movimientos étnicos y comunitarios.

    • Instrumentalizados para avales, no para consolidar proyectos populares.

    • MAIS, indígenas y el costo de la cooptación

      El MAIS, en su origen una apuesta de representación indígena, se fue alineando con proyectos de gobierno de turno, perdiendo autonomía y voz propia. Hoy, más que un movimiento de resistencia, es un partido instrumentalizado en coaliciones que rara vez reflejan el mandato de sus comunidades de base.

El patrón: crecimiento inicial por esperanza ciudadana, seguido de vaciamiento por cálculos de cúpulas y divisiones internas.

4. La Unión Patriótica y la violencia como advertencia

La historia de la UP es el recordatorio brutal de que cuando el pueblo logra organizarse con fuerza electoral real, las élites no dudan en recurrir a la violencia para exterminar. El genocidio contra la UP es un espejo que todavía vigila a Colombia Humana y al Pacto: la derecha no entregará el poder sin usar todas sus armas, legales o ilegales.

5. Colombia Humana y la llegada de Petro

Colombia Humana fue el vehículo que llevó a Petro a la presidencia. Pero hoy, ante el reto de la sucesión, está en disputa si mantendrá su autonomía o será subsumida por los cálculos de partidos aliados que buscan cuotas más que transformaciones.


2. Experiencias internacionales comparadas

a. Chile y la caída de Allende

El paro de camioneros, financiado y promovido por la derecha chilena con apoyo de EE. UU., muestra cómo la desestabilización económica puede convertirse en antesala de un golpe. En Colombia ya vimos paros similares con camioneros y transportadores usados como punta de lanza contra gobiernos alternativos.

b. Bolivia y la resistencia del MAS

El golpe contra Evo Morales en 2019 fue también producto de fracturas internas y la falta de previsión ante alianzas amplias con sectores que luego le dieron la espalda. La recuperación del MAS mostró que la única garantía es mantener un vínculo orgánico con el pueblo y no depender de acuerdos cupulares.

c. Brasil y el lawfare contra Lula

El uso de la justicia para inhabilitar candidatos se ha convertido en la herramienta preferida de las élites. En Colombia, las inhabilidades que pesan sobre Gustavo Bolívar o María José Pizarro no son casualidad: son parte de una estrategia para impedir que los candidatos más cercanos al pueblo puedan llegar a la consulta o a la primera vuelta.

d. Ecuador y la traición de Lenín Moreno

Lenín Moreno llegó al poder con el legado de Correa y lo traicionó, devolviendo el país al neoliberalismo. La lección: no basta con que el sucesor sea del mismo partido o coalición; se necesita que sea garante del proyecto histórico, no de su propio ascenso personal.


III. Mapa de candidatos del Pacto Histórico con DOFA detallada

1. Gustavo Bolívar

Fortalezas: Legitimidad petrista, conexión con jóvenes, coherencia en el discurso.
Oportunidades: Puede capitalizar el malestar social y presentarse como heredero natural de Petro.
Debilidades: Inhabilidad judicial lo margina de la consulta; poca estructura partidaria propia.
Amenazas: Lawfare consolidado; campañas mediáticas que lo caricaturizan como radical.

Rostro popular, con fuerte alcance en redes. Inhabilitado si no hay consulta, pero clave para salvar la identidad del petrismo.

2. María José Pizarro

Fortalezas: Reconocimiento como presidenta del Senado, capacidad de articulación política.
Oportunidades: Podría convocar sectores femeninos y jóvenes.
Debilidades: También inhabilitada; dependencia de alianzas dentro del Pacto.
Amenazas: Riesgo de ser desplazada por candidatos de mayor maquinaria.

Símbolo histórico. Limitada jurídicamente, pero con gran valor simbólico.

3. Iván Cepeda

Fortalezas: Experiencia legislativa, símbolo de lucha por los derechos humanos.
Oportunidades: Puede ser presentado como figura de consenso dentro del Pacto.
Debilidades: No conecta masivamente con las bases populares; discurso percibido como institucional.
Amenazas: Que su eventual candidatura sea vista como imposición cupular.

Fuerte en cúpulas de izquierda tradicional. Si se impone como candidato único del Pacto, sería señal de que la estrategia de absorción funcionó. Riesgo: fractura con bases petristas.

4. Roy Barreras

Fortalezas: Gran operador político, capacidad de tejer alianzas.
Oportunidades: Puede atraer sectores de centro y derecha moderada.
Debilidades: Desconfianza en las bases populares; historial de cambios de bando.
Amenazas: Ser visto como caballo de Troya de la derecha.

5. Clara López

Fortalezas: Experiencia y reconocimiento en la izquierda.
Oportunidades: Puede servir de puente entre generaciones.
Debilidades: Imagen de política tradicional; poco entusiasmo en juventudes.
Amenazas: Su candidatura podría fracturar al Pacto.

6. Camilo Romero

Fortalezas: Experiencia como gobernador, perfil joven y alternativo.
Oportunidades: Puede atraer votos regionales y desencantados del centro.
Debilidades: Carece de maquinaria nacional.
Amenazas: Ser opacado por liderazgos más visibles.

7. Carlos Caicedo

Fortalezas: Experiencia como alcalde y gobernador; movimiento Fuerza Ciudadana.
Oportunidades: Tiene estructura en la costa.
Debilidades: Conflictos judiciales y rivalidades internas.
Amenazas: Puede ser bloqueado desde dentro del Pacto.

8. Gloria Inés Ramírez

Fortalezas: Ministra de Trabajo, respaldo sindical y trayectoria de izquierda.
Oportunidades: Puede cohesionar al movimiento obrero.
Debilidades: Poca visibilidad nacional fuera del sindicalismo.
Amenazas: Que el sindicalismo no logre traspasar fronteras electorales amplias.

9. Carolina Corcho

Fortalezas: Liderazgo en la reforma a la salud; credibilidad técnica.
Oportunidades: Puede encarnar la defensa de políticas sociales.
Debilidades: Imagen de tecnócrata; poca base política propia.
Amenazas: El poder económico y mediático de las EPS contra ella.

10. Ali Bantu Ashanti

Fortalezas: Liderazgo afro, discurso radical contra el racismo estructural.
Oportunidades: Puede articular movimientos sociales del Pacífico.
Debilidades: Escasa visibilidad nacional.
Amenazas: Marginalización dentro de un Pacto dominado por élites políticas.

11. Daniel Quintero (exalcalde de Medellín)

  • Fortalezas: experiencia administrativa, discurso de lucha contra el uribismo; visibilidad mediática.

  • Oportunidades: captar voto de clase media urbana; presentarse como alternativa “outsider” del Pacto.

  • Debilidades: cuestionamientos de gestión en Medellín; distancias con el petrismo; falta de estructura nacional.

  • Amenazas: rechazo de sectores internos del Pacto; riesgo de aislamiento; campaña sucia desde la derecha antioqueña

  • 12. Susana Muhamad (CH)

    • Fortalezas: sólida en temas ambientales, técnica, con perfil internacional; presencia en la gestión pública.

    • Oportunidades: representar la agenda climática y socioambiental; atraer apoyo de sectores académicos y de clase media ilustrada.

    • Debilidades: distanciamiento con la militancia popular; imagen percibida como “tecnocrática”.

    • Amenazas: quedar a la sombra de otros liderazgos; fragmentación de su electorado; ataque desde sectores empresariales por la agenda verde.


IV. Dossier político-estratégico

Colombia vive un momento de definiciones. El progresismo, que parecía haber conquistado el Estado en 2022 con la llegada de Gustavo Petro a la presidencia, hoy enfrenta una amenaza profunda: el riesgo de perder no solo el poder político, sino también el proyecto histórico.

Lo que está ocurriendo no es simple desgaste de gobierno, ni un forcejeo electoral más. Lo que se libra es una operación de largo alcance, sutil pero contundente, en la que participan tanto la derecha como sectores de la izquierda tradicional, con un objetivo común: dejar a Colombia Humana vacía, fracturar sus bases, y suplantar el proyecto de transformación por la repartija de cúpulas y si no es así del lado de la izquierda que expresen su rechazo a esta exclusión y al CNE..

Petro alguna vez advirtió que “la derecha y la izquierda de cúpulas se necesitan y se unen; el pueblo queda por fuera”. Esa frase hoy resuena con fuerza. Porque el pueblo, el constituyente mayoritario, el que llenó plazas y dio 11 millones de votos, no está en la mesa de decisiones. En su lugar están las élites partidarias del Pacto Histórico, la vieja izquierda sindical y comunista, y los operadores de siempre que saben jugar en el tablero de los avales, los cargos y las alianzas por arriba.

Mientras tanto, la derecha aplica su estrategia clásica: infiltrar, dividir, cooptar liderazgos, usar el lawfare para aislar a Petro y desgastar a sus más cercanos. Pero lo más inquietante es que al mismo tiempo, desde la izquierda misma, se usan tácticas similares: atraer a militantes de Colombia Humana con avales en otros partidos (Polo, Verde, MAIS, incluso partidos minoritarios), prometer espacios de poder y dejar a CH como un cascarón jurídico.

Esto no es nuevo. En el pasado, el Polo Democrático hizo lo mismo con las corrientes de izquierda que absorbió para después neutralizarlas. La Alianza Verde, tras 2010, se benefició de la ola progresista de Bogotá, pero solo para usarla como trampolín electoral. MAIS, desde 2018, repartió avales sin construir base real. La historia se repite: el progresismo como cantera de votos, no como sujeto político autónomo.

Hoy la disputa es más grave: no se trata de una simple exclusión, sino del intento de matar el alma del proyecto petrista. Las bases que marcharon, que organizaron nodos, que defendieron el voto en las calles, están siendo desplazadas por campañas soterradas que circulan en redes sociales y chats: “Colombia Humana ya no existe, súmese al Pacto”, “afíliese al Polo, al Verde, al MAIS, allí está el futuro”. La estrategia es clara: usar la votación de CH para robustecer a partidos tradicionales de izquierda, dejando a Petro y a su movimiento sin partido, sin personería, sin estructura.

La paradoja es brutal: la derecha y parte de la izquierda juegan el mismo juego. Una desde el lawfare y la infiltración; la otra desde la cooptación interna. El resultado es el mismo: un pueblo suplantado por cúpulas.

  1. El riesgo de la imposición cupular: Si el Pacto Histórico opta por declarar candidato único (Cepeda) un excelente candidato, se perdería el sentido democrático de consulta y se ahondaría la distancia con las bases.

  2. Lawfare y exclusión: La imposibilidad jurídica de Bolívar y Pizarro no es neutra; es una estrategia para eliminar a los candidatos más disruptivos.

  3. El reto de reorganizar partidos y bases: Colombia Humana, MAIS, UP, Verde disidente y sindicatos necesitan reconfigurarse, o la fuerza popular quedará fragmentada.

  4. La unidad o la derrota: Cada candidato petrista debe entender que no ganará solo; el liderazgo debe ser colectivo y orientado al pueblo, no a la candidatura.


V. Mega Conclusión Provocadora

El momento histórico exige claridad: o el Pacto Histórico y Colombia Humana reorganizan sus partidos, revitalizan las bases, y eligen un liderazgo que represente realmente al pueblo, o el proyecto Petro se disolverá como otros antes.

El pueblo no necesita un heredero burocrático ni un administrador de consensos, sino un liderazgo que encarne la continuidad de la lucha popular. Si no se garantiza la unidad real, la derecha recuperará el poder en 2026 y el ciclo progresista se convertirá en un paréntesis anecdótico.

Este documento no busca cerrar el debate, sino abrirlo. Y abre con una provocación: ¿Estamos frente a un complot político-jurídico-mediático para impedir que los candidatos petristas reales participen en la consulta y dejar en pie solo a las figuras cupulares de consenso?

La respuesta no puede ser un silencio resignado. Debatir no es dividir. Por eso este texto es una invitación a producir documentos aún más amplios, mejores, con más datos, con más voces. Porque solo la organización del pueblo y la crítica sincera entre compañeros podrá salvar este momento histórico.

Epílogo – La Revolución Ciudadana como salida posible

En medio de este panorama de intrigas, cupulismos, lawfare y estrategias cruzadas entre derecha e izquierda institucional, hay una salida que no puede ignorarse: la Revolución Ciudadana.

Esta no puede reducirse a un pacto electoral, ni a las maquinarias heredadas, ni a los cálculos oportunistas de quienes ven en el Pacto Histórico un simple trampolín de poder. La Revolución Ciudadana es, y debe ser, mucho más: un estallido social pacífico y constituyente que desborde las fronteras de los partidos, que organice al constituyente primario, que devuelva la palabra a la gente en la calle, en la vereda, en el sindicato, en la universidad, en la comunidad étnica y campesina.

Solo así se podrá evitar que Colombia Humana quede como un cascarón vacío, que el Pacto Histórico se reduzca a una maquinaria parlamentaria, y que el proyecto Petro se desvanezca en la memoria como una esperanza traicionada. La Revolución Ciudadana debe ir más allá:

  • Más allá del Pacto Histórico, porque no puede limitarse a una coalición de partidos que ya muestra fisuras internas y tendencias a la cooptación.

  • Más allá de Colombia Humana, porque no basta con un partido para contener la energía transformadora de un pueblo que quiere cambios de fondo.

  • Más allá de las agendas ocultas y sectarias, porque las trampas de la división, el oportunismo y la manipulación política solo han servido a las élites que se benefician de la fragmentación popular.

La Revolución Ciudadana puede ser la plataforma constituyente que construya una unidad verdadera, no de cúpulas sino de pueblo. Una unidad que abra camino a un nuevo contrato social, donde la democracia no se limite a votar cada cuatro años, sino que signifique poder real, cotidiano, ejercido desde abajo.

El llamado, entonces, es a no conformarse con salvar candidaturas ni con administrar crisis internas: el verdadero reto es liderar la historia, asumir que este es el momento para que el pueblo colombiano, organizado y consciente, irrumpa pacíficamente como actor constituyente.

Porque, si no lo hace, la política tradicional seguirá haciendo lo que sabe: destruir desde adentro los proyectos de cambio, como ya ocurrió con el Polo, con el Verde, con la UP, y como hoy intentan hacer con Colombia Humana y el mismo Pacto.

La Revolución Ciudadana, si se asume como movimiento constituyente y popular, sí puede resolver este laberinto: devolviendo la voz al pueblo, rompiendo las trampas de la vieja política, e instalando una nueva hegemonía de dignidad, justicia social y soberanía.

Ese es el desafío. Ese es el camino. Y si no se asume ahora, quizá no haya otra oportunidad en décadas. Un estallido social pacifico de movilización constituyente es necesario, que candidato lo esta liderando? al parecer ninguno están ocupados en pisarse las mangueras?.  


El pueblo no se rinde, carajo. La Revolución Ciudadana es la única garantía de que esta historia no termine en derrota.

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